5. Hospitales seguros frente a desastres

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hospitales seguros frente desastresEl 67% de los establecimientos de salud en América Latina y el Caribe están ubicados en zonas de riesgo de desastres. En promedio, un hospital que no funciona deja a unas 200.000 personas sin atención sanitaria y la pérdida de los servicios de urgencias durante los desastres disminuye considerablemente la posibilidad de salvar vidas. Como consecuencia, entre los años 2000 y 2009 más de 45 millones de personas en las Américas quedaron sin atención de salud durante meses, y a veces años, debido a los daños causados directamente por un desastre.

Ante esta situación, en 2004 el Consejo Directivo de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) aprobó una resolución en la cual se insta a los Estados Miembros a que adopten una política nacional de hospitales seguros frente a los desastres en el contexto de la reducción de riesgos. Esta llamada del sector de la salud de las Américas fue llevada a la Segunda Conferencia Mundial sobre la Reducción de Desastres (2005, Kobe, Japon) donde fue aprobado el Marco de Acción de Hyogo. Una de las prioridades del Marco de Acción es reducir los factores fundamentales del riesgo e insta a los países a invertir en medidas simples y muy bien conocidas para reducir el riesgo y la vulnerabilidad, aplicando normas relevantes de construcción para proteger infraestructura vital, tal como escuelas y hospitales.

Un hospital seguro es un establecimiento de salud cuyos servicios permanecen accesibles y funcionando a su máxima capacidad instalada y en su misma infraestructura inmediatamente después de un fenómeno destructivo de gran intensidad.

 
El término ‘hospital’ se emplea con el propósito de facilitar la identificación de un servicio de salud concreto; sin embargo, se refiere en sentido amplio a todos los establecimientos de salud desde los de menor complejidad, como los puestos y centros de salud, hasta los de referencia nacional, como los institutos especializados.
 
Se adopta el concepto integral de seguridad, entendido que es un establecimiento de salud que cuenta con la máxima protección posible frente a un desastre natural. Es decir, que la estructura del establecimiento de salud se mantiene en pie y sin daños mayores (protección de la vida de los ocupantes), que sus instalaciones y equipamiento continúan operativos (protección de la inversión) y que sus servicios asistenciales no se afectan significativamente (protección de la función). Aún si todo ello se logra, será necesario que las vías de acceso al establecimiento de salud continúen operativas. Otros servicios básicos o líneas vitales, como el servicio de agua potable, energía eléctrica, telecomunicaciones, entre otros, deberían también continuar brindando servicios al hospital para garantizar su funcionamiento continuo a plena capacidad, permitiendo absorber la demanda adicional de atención de salud.

La máxima capacidad instalada de un establecimiento está en relación con la máxima cantidad de servicios que el establecimiento puede producir haciendo uso óptimo de su máximo número de camas, personal y suministros habitualmente disponibles. Este servicio deberá prestarse en la misma edificación, es decir sin evacuar el establecimiento de salud, pudiendo ampliar la capacidad del hospital incluyendo áreas donde usualmente no se presta atención de salud como auditorios, salas de espera, pasadizos, zonas de estacionamiento de vehículos, etc.

La protección de la vida de los pacientes, personal y visitas en el establecimiento de salud se cumple desde el instante en que el evento adverso tiene lugar y debe continuar en las fases de respuesta, rehabilitación y reconstrucción. Por tanto, las primeras atenciones de salud se realizarán a los ocupantes del establecimiento para inmediatamente después iniciar la atención a la demanda de nuevos pacientes que resulten heridos o personas requieran atención médica. El fenómeno destructivo corresponde a un evento natural que por su magnitud e intensidad, se caracteriza por producir daño en las edificaciones y servicios cuyo diseño, construcción y/o mantenimiento no son apropiados para resistir dicho fenómeno. Se caracteriza por ser el fenómeno máximo probable con una recurrencia de 100 años.Los fenómenos llamados artificiales, es decir aquellos cuyo origen es preponderantemente producto de la actividad humana, no forman parte de esta iniciativa.