7.4. Mejoramiento de la seguridad no-estructural

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mejoramiento de seguridad no estructuralTal como hemos visto en el apartado 6.3, los elementos no estructurales, por lo general, no implican peligro para la estabilidad del edificio, pero sí pueden poner en peligro la vida o la integridad de las personas dentro del edificio y resultan fundamentales para la operación del hospital.

De acuerdo a los resultados de la evaluación, el riesgo de estos elementos se determina teniendo en cuenta si están desprendidos, si tienen la posibilidad de caerse o volcarse y afectar zonas estructurales estratégicas, verificando su estabilidad física (soportes, anclajes y depósito seguro) y la capacidad de los equipos de continuar funcionando durante y después de un desastre (almacenamiento de reserva y válvulas de seguridad, conexiones alternas, otros).

En los elementos arquitectónicos se verifica la vulnerabilidad del revestimiento del edificio, incluyendo las puertas, ventanas y voladizos, a la penetración de agua y el impacto de objetos volantes. Las condiciones de seguridad de las vías de acceso y las circulaciones internas y externas de la instalación sanitaria, son aquí tomadas en cuenta, en conjunto con los sistemas de iluminación, protección contra incendios, techos falsos y otros.

Un común denominador encontrado en la evaluación no estructural de hospitales es la alta vulnerabilidad de las líneas vitales. Esto se debe, en gran parte, al deficiente mantenimiento preventivo, así como a la falta de redundancia en la provisión de servicios. Se insiste en esto pues es frecuente encontrar personal de mantenimiento que no ha recibido la formación necesaria, carece de herramientas y materiales, no dispone de presupuesto y desconoce cuáles son los elementos mínimos de la gestión de mantenimiento de hospitales seguros. Si se asume que la persona asignada a esta tarea es el médico de cabecera del hospital, podemos imaginar cómo se encuentra el paciente.

Otra debilidad generalizada es la falta de anclaje y elementos de sujeción para la protección de mobiliario, equipamiento y contenidos médicos; y en muchos casos en los cuales existen cadenas o soportes, se ha visto que el personal del establecimiento no hace uso de los mismos. Esto último requiere de un trabajo complementario de sensibilización y capacitación.

Además, se ha comprobado con frecuencia que los sistemas contraincendios de los hospitales no necesariamente responden a sus necesidades ni a las características de las áreas donde se encuentran ó al personal que debe manipularlos; ó que las rutas de evacuación no están identificadas y -en la mayoría de los casos- se encuentran obstaculizadas.

Si bien las medidas correctivas en algunos elementos no estructurales son urgentes, también es cierto que demandarán diferente asignación de recursos; algunos ya disponibles (como aquellos que se pueden cubrir dentro del rubro de mantenimiento) así como otros que deberán gestionarse ante el órgano competente (por ejemplo el reemplazo de un caldero o la adquisición de un generador eléctrico). Nuevamente, aquí el Plan de Intervención, facilitará la programación de acciones y distribución de responsabilidades.

De acuerdo a cada uno de los hallazgos y las amenazas presentes, se deben diseñar e implementar las soluciones. Existen propuestas técnicas para reducir la vulnerabilidad no estructural ante sismos, inundaciones y vientos, entre otras amenazas.